-Decidme cual es el camino que tuvo que escoger Dios, para ponerte enfrente mia, traerte como el perfume trae consigo la atracción. He sido puesto entre lazos atados, entre la pasión y el desarraigo de una vida villana. No obstante, yo no he sido como otros un pecador de facto, sino un pecador de ideales, he quemado al pueblo y lo he vuelto contra sí mismo. Mis pecados son aleccionar y manipular a quienes me rodearon; convertirles en la sombra de lo que fueron.
-No me interesan tus victorias derrocando las mentes populares.
-¿Os interesa acaso mi vida, esperáis que hablemos de lo que somos?
-Quisiera saber porqué resultáis tan distante con el mundo. Patéticamente soberbio.
-Cuando nadie os ama, y el recuerdo de un susurro en vuestro oído como si una dulce voz cariñosa fuese solo una pesadilla, comprenderéis a lo sumo lo que yo soy.
-Quiero saberlo ahora.
-Imaginad, venid y sentaos. –Las dulces manos de la bestia inmunda, posaron con suavidad a la musa rojiza en aquella silla de seda celeste, adornada de oro. – Ahora, volved a mí, ceded al crepúsculo abatiendo lentamente vuestros ojos. He envuelto al sufrimiento de un halo de preciosidad, mas me he guardado en el interior de mi corazón esta luna ardiente que iluminaría el mundo entero hasta cegarlo. Ahora, mi dulce voz, hay un páramo negro que envuelve todo lo que ves, el viento y el sonido de los árboles ennegrecidos y sin hojas ni flores te muestran como clavos un mundo vertical e impracticable. Los cuervos miran, es todo desierto, poco a poco tu respiración se agita.-El suave tacto de las manos movieron el precioso pecho de aquella hermosa muchacha, haciendo las veces de corazón inquieto y nervioso.- El aliento que notas recorriendo tu cuerpo, es el reflejo de la humedad que hay en el lugar, sombrío y terrorífico, donde no hay nada más, salvo la verdad. De pequeña te vistieron, piensas, te vistieron como a una princesita. Que guapa eres, pero te engañaron, te vieron como una máscara, no como un ente, el vacío atraviesa tu corazón cuando lo descubres, mujer, amiga, hermana, hija, eres un cliché para el hombre de turno. Hasta que pudiste llevarlo, has sabido vivir felizmente, no obstante, aparece como una llama entre el mar, inexplicable y totalmente descontrolada. Hastiada y marchita, como el páramo que te presento. Me dirías hasta que punto puede un fantasma seguir vagando viva. ¿Lo dudáis? Indudablemente es muy difícil de esclarecer tal forma de existencia. El frío está entrando por vuestro ser, os invade, el frío, mas lo peor de todo no es la sensación escurridiza de este, sino saber que no hallaréis respuesta alguna. –Los labios del narrador, calientes y húmedos se posaron en la oreja de ella, y levemente surcaron hasta besar sus carnosos labios.- Dejadme hacer, durante una noche, el sueño de una existencia real y verdadera, fuera del andamiaje de lo grotesco y trivial. Alcanzando el éxtasis de la sensibilidad divina.

Ella le detuvo con sus dedos.

-Me habláis de mí, pero no os he escuchado hablar de vos.
El resto del joven palideció y apartó la mirada. Ella insistente se volvió hace él acariciándole, aquellas cicatrices en el cuello, primero huidizo se apartó, después ella volvió junto a él y las saboreó con sus dedos.
-¿Qué sois?
-Seguid el ejercicio. Os lo mostraré. –Cerró nuevamente los ojos de la dama, mientras su ser removía la estancia, la oscuridad parecía haber tomado la habitación.- Imaginad a lo lejos una jauría de lobos, sus fauces ensangrentadas delatan y convierten la luna en una luna borgoña. Corréis, no os importa morir, sabed que hay una figura humana con las manos manchadas del vital líquido. Sus ojos lloran, lloran rojo y agua salada. Miran al cielo, casi parece que aúlla. Su mirada es penetrante, sin embargo es tímida, baja el rostro avergonzado. Huele a muerte, huele a dolor, se acerca a vos con aires arrogantes, pero distraído en el suelo, sus ojos jamás se posan en los vuestros, os evita, sus hermanos lobos le miran. Están rabiosos. No obstante son bestias y le obedecen. Os abre su corazón, en trance os lleva a su pasado. ¿Podéis ver como era alguien normal? ¿Cómo andaba entre hombres sin ser una bestia? Pero la suerte quiso de sí mismo que el mal le afectará, pasó de ser un hombre a un monstruo. Cuando las heridas físicas se curaron quedaron secuelas irrevocables, cicatrices que nunca se irían y el sufrimiento encerrado durante años en una torre odiando al mundo. Al salir, le pidieron que no odiase, que sonriese, que se quisiese. El lobo gritaba, mientras el niño lloraba. Ya no había vuelta atrás y sus intentos se borraron con su felicidad. Rehusé la vida humanada. Como pude, mas no he podido, y mi individualismo ha supuesto un lastre demasiado grande. Mi filosofía estaba hecha para dioses, no para ángeles desterrados del paraíso. No pude seguir los preceptos de mi filosofía perfecta, siendo tan imperfecto, lamentablemente me volví el mejor entre mis pares, sin embargo estaba roto. Ya estaba roto.
Ella derramó una lágrima y abrazó al narrador.
-Sabed que no necesito de la lástima.
-Pero sí del amor que os ha negado el mundo.

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