Me encuentro en medio del campo de batalla, rodeado de cadeveres y de heridos que se lamentan con gritos de dorlor pronunciando el nombre de sus esposas e hijos, pidiendo perdon por sus pecados o rezando a Dios. Ese Dios que nos ha traido a este infierno a morir por él, yo le maldigo, le maldigo por habernos dejado abandonados en este infierno de muerte y sangre, le maldigo por ser el unico que queda en pie frente al enemigo.

Si es tan poderoso como se dice que es, ¿por qué no derrota a los paganos el soló? ¿por qué nos hace sufrir a nosotros sus fieles siervos?. Aferro mi espada con rabia, empuño mi escudo con decisión y cargo contra el enemigo sin pensar. Se que voy a caer pero me llevare conmigo conmigo unas cuantas almas al mismisimo infierno, no por Dios, si no por los compañeros que han caido en su nombre.

La sangre me salpica, los enemigos caen ante mi gritando de dolor y maldiciendome. Un dolor punzante me atraviesa de lado a lado, una lanza atraviesa mi pecho, caigo al suelo viendo como mi sangre se derrama y mi cuerpo se va quedando frío. Derrepente atisbo una luz y empiezo a comprender, no es mi señor el culpable de esta desgracia, somos nsotros que hicimos caso a las palabras de un simple mortal que dijo ser portavoz del todopodereso. Nos engaño diciendonos que todos nuestros pecados serían perdonados, nos engaño con gloria y riquezas, con que nos ganariamos la entrada en el cielo. Mentiras de un hombre que solo busca el poder, no estamos aqui por que hallamos sido elegidos por los dioses, tanto los paganos como nosotros estamos participando en una guerra de hombres no de dioses. Hombres codiciosos y sanguinarios que solo buscan controlar a los demas como si de un rebaño de corderos nos tratasemos.

Mis ojos se cierran, siento como mi alma abandona mi cuerpo, empiezo a rezar pidiendo perdon por los pecados cometidos, por haber maldecido a mi señor, por las almas de mi hombres, por el día en que aquellos que nos han engañado diciendonos que predican la palabra de Dios sean condenados por esté al mas tormentoso sufriento,
tambien rezo por Marie.

Me habia olvidado de vos, perdonadme pero esta guerra me ha convertido en una bestia sin raciocinio alguno. Dios sabe que os he amado, os amo y os amare siempre independientemente de a donde vaya a parar mi alma. Ya sea en las calles doradas de la ciudad celestial o en la llamas del infierno os amare. Cuidad del fruto de vuestro vientre espero que crezca fuerte y sano, en cuanto a vos no dejeis que mi muerte os quite las ganas de vivir pués aun sois joven y hermosa. Adios Marie aqui se despide un soldado de Dios.

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