Sayura Seshu, historia

Cortos

Seshu era un joven demonio de 12 años de edad. Era bastante hermoso; tenía los ojos de un verde esmeralda, los cabellos eran del rojo fuego y su piel blanca como la nieve. Seshu no era un chico normal, eso sin mencionar que su padre era Baldrog, el rey de los demonios, y su madre Seshumi, una híbrida oscura (mitad humana, mitad demonio).

Seshu quedaría pronto huérfano de madre, pues esta murió a los 6 meses de edad del bebé. Baldrog se quedó con su hijo. Extrañamente, la ley de su reino establecía que todos los demonios cuya fecha estaba predicha para nacer en ese año, debían nacer en una sola fecha y no se permitía tener más hijos durante el resto del año (Mientras estuviesen en guerra). Sin embargo, los demonios eran los enemigos jurados de los dragones, y fue por ello que Onimaru, el rey Dragón, ordenó a sus secuaces que asesinaran a todos los bebés que de demonios habían nacido. Pero Baldrog escuchó esto antes que los otros, así que fue corriendo hasta su esposa e hijo y se los llevó lejos del lugar. Esa misma noche tuvo lugar la masacre de los niños demoniacos y por eso Seshu es el más pequeño de todos ellos, pues después del magnicidio, se prohibió a los demonios tener hijos y los demonios más jóvenes que quedaron aparte de Seshu, tenían más de 15 años de edad.

Los demonios vivían entonces en grandes fortalezas las cuales estaban cubiertas por un campo de fuerza mágico y no eran visibles a simple vista. En cada fortaleza habitaban 1000 demonios, la más grande y la más antigua era en la que se encontraban el rey y el príncipe y era denominada “fortaleza principal”, por lo tanto era la fortaleza más fuerte y la mas protegida, con capacidad de hasta 2000 demonios. Eran 20 fortalezas en total que se ocultaban en el centro del bosque, cubiertas por enormes y viejos árboles. Nadie debía ni podría acercarse al rey o al príncipe. Las fortalezas fueron construidas debido a que lo demonios vinieron a vivir en la tierra por la sobrepoblación del inframundo.

Un día, llego el momento de la guerra legendaria, en la que los reyes de cada reino debían enfrentarse en una batalla a muerte para decidir cuál es el reino que se apoderaría de la tierra y gobernaría para siempre, donde Baldrog, el padre Seshu, debía enfrentarse a el rey Radien y la reina Sayuri padres de la princesa Sayura. Al final de la batalla ninguno obtuvo la victoria, pues los padres de Sayura murieron, mientras que Baldrog agonizaba. En ese momento apareció un misterioso anciano cuyo nombre era “Maestro Kai”, que fue quien entreno a Baldrog a los 16 años, en sus técnicas de batalla y a Seshu a los 2 años de edad, siendo el único humano aceptado en el reino de los demonios.

El maestro Kai se acerco rápidamente hacia Baldrog:

-¡Baldrog! ¿Estás bien?

-Maestro ya no puedo continuar –respondio éste, mientras salía sangre de su boca a borbotones-. Maestro debes cuidar de Seshu, conviértelo en un gran guerrero, yo volveré cuando sea el momento adecuado. Por favor…

-Te lo prometo. Cuidaré a Seshu con mi vida Baldrog. Ahora descansa

-Gracias –y dicho esto, murió, dejando al maestro sólo en manos de Seshu, con nada más que cumplir la petición que le había encomendado.

Cuando el maestro Kai llego a la fortaleza principal, encontró a Seshu con apenas 6 años de edad. El niño jugaba y reía, ajeno a la triste realidad. No quería decírselo, pero lo encontró lo suficiente maduro como para entenderlo.

-Seshu hijo mío, tu padre murió en la guerra, volverá dentro de algunos años, pero no te preocupes que yo te voy a cuidar. Y te entrenaré bien para que estés preparado para la guerra que está por venir.

-Mimmmh!!

Pasaron 6 años, y para entonces Seshu ya había cumplido los 12 años. No tardó mucho más para que completaran el ritual de resurrección a Baldrog. Al terminarlo el gran rey volvió, y después de ubicarse en el tiempo, se dirigió al maestro.

-Maestro has convertido a mi hijo en todo un guerrero asesino. He de recompensarle.

-Eso espero, ya que siempre me mandan deberes

-Bien. –y al dirigirse a Seshu, dijo- Ya podremos dar inicio a nuestra venganza, hijo mío, y vencer a los místicos de una vez por todas. Ya no quedará nada

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