Final Fantasy. Pocos nombres traen tanta magia y emoción a los corazones de los aficionados a ese infravalorado arte que es el videojuego. Pocas sagas han tenido tanto éxito alrededor del globo, extendiéndose durante 20 años en el tiempo, viendo cómo su público potencial no hace más que aumentar. Pocas sagas han encumbrado de tal forma a sus creadores. Pocas sagas han tenido tanta repercusión en los medios de comunicación e Internet. Pocas, poquísimas sagas pueden vanagloriarse de crear un universo propio en el que se sumergen millones de jugadores a diario. Final Fantasy ya forma parte de la historia del ocio electrónico y su fuerza parece no menguar. Pero, como con todo, tuvo un principio, un comienzo en el que seguro que nadie podría adivinar a lo que daría lugar…Bienvenidos al mundo de Final Fantasy.

EL PRINCIPIO 
Hubo un tiempo en el que la compañía Squaresoft era conocida como DOG. Bajo ese nombre, los futuros creadores del universo Final Fantasy obtuvieron su primer pequeño éxito, obviamente, con un RPG: Deep Dungeon. Hasta entonces, DOG simplemente trabajaba en la creación de videojuegos para otras compañías, pero pronto comenzaron a recorrer su propio camino, teniendo ya en mente algunas sagas de gran popularidad hoy en día, como Seiken Densetsu(la saga de Mana, que comenzó su andadura en la SNES con el legendario Secret of Mana). Fue entonces cuando DOG pasó a llamarse con el nombre con el que entraría en la leyenda: Squaresoft. Por esa época, mediados de los 80, estaban de moda las aventuras gráficas por lo que, aprovechando el tirón, la compañía lanzó un juego de dicho género llamado Suisyou no Dragon(Dragón de cristal), que resultó un nuevo éxito y le permitió hacerse un nombre entre los aficionados nipones.
Fue entonces cuando Square comenzó a trabajar en la primera entrega de su gran saga. Las grandes historias siempre están llenas de mitos y uno de los más extendidos en lo que respecta a Final Fantasy es el origen de su nombre. Muchos han dicho que lo llamaron de esa manera porque la compañía se encontraba en bancarrota y pensaban que sería su último juego, su “fantasía final”. Nada más lejos de la realidad. Square era una compañía de relativo éxito que empezaba a hacerse hueco en el mercado y Final Fantasy Iba a ser su principal baza para convertirse en un sello de renombre. En realidad, y como reconocieron los creadores de la saga en el documental que acompañaba al juego Final Fantasy X en su edición de coleccionista, el nombre fue adoptado bajo el pensamiento de que querían contar una gran historia, la mayor historia que había pasado en el mundo retratado en el videojuego, lo que sería la “fantasía final” de ese mundo fantástico. Este pensamiento persistió en todas las entregas de la serie hasta Final Fantasy X-2, la primera secuela de la saga, más de 15 años después de la primera entrega, pensamiento que quedaría destruido finalmente con los juegos conmemorativos del Final Fantasy VII (Before Crisis, para móviles; Crisis Core, para PSP y Dirge of Cerberus para PS2, a los que se unía la película Advent Children) y las tres entregas de Final Fantasy XIII.

EL NACIMIENTO 
Tres nombres son los fundamentales para comprender el nacimiento de la legendaria saga. Primero, el nombrado creador y artífice de la serie, Hironobu Sakaguchi, que hasta el Final Fantasy X ha ejercido los más diversos cargos en las entregas, como director, guionista o productor. Segundo, el ilustrador Yoshitaka Amano, diseñador de personajes y principal artífice de dar forma a este universo mágico y onírico(tarea que compartiría con Tetsuya Nomura, futura figura clave en la saga, a partir de Final Fantasy VII). Y tercero, Nobuo Uematsu, encargado de la partitura musical que acabaría ambientando el mundo de Final Fantasy. Ellos liderarían a un equipo que cambiaría el panorama del videojuego para siempre. Después de todo, parecía que final Fantasy estaba tocado por una varita mágica desde su mismo nacimiento, pues, en su salida, tuvo un gran golpe de suerte que, de no haber tenido, puede que le hubiera condenado al más absoluto olvido.
En aquella época, los juegos de rol disfrutaban de una gran popularidad y el rey de este género y, por tanto, del mercado, era la saga de Dragon Quest, creada y desarrollada por Enix, el más duro rival en el campo de los RPGs que ha tenido Square en su historia hasta que la absorbió. Así pues, la obra de la citada Enix era copiada por multitud de juegos que apenas conseguían trascendencia y sólo aquellos que conseguían aportar algo original lograban sobrevivir con suficiencia. Cuando se anunció la salida de Final Fantasy I, esta coincidió con la salida de la tercera entrega de la saga Dragon Quest, que monopolizaba prácticamente la información del mundillo, eclipsando totalmente el resto de lanzamientos. De hecho, muchas compañías cambiaron la fecha de venta de sus novedades para no coincidir con el coloso de Enix, que las condenaría al más absoluto fracaso. Sin embargo, Square no lo hizo y ahí empezó el buen pie de la saga. Dragon Quest III se retrasó y Final Fantasy I apareció con todo el campo despejado de competencia.
De este modo, muchos aficionados adquirieron la primera entrega de Final Fantasy para paliar la espera hasta que el juego de Enix apareciese. Final Fantasy I fue comparado desde su salida con su contrincante y, de hecho, compartían varias cosas: un equipo de cuatro personajes, profesiones que poseían habilidades propias, transporte aéreo…Sin embargo, sus elevadas ventas comenzaron a despertar curiosidad por el juego, haciéndose un hueco en el mercado y desvelando la multitud de cosas originales que tenía no sólo con respecto a Dragon Quest, sino con todos los RPGs que habían aparecido hasta entonces.

PRIMER CONTACTO 
Como era habitual por entonces, Final Fantasy I nos presenta una historia simplísima, en la que cuatro chicos son elegidos para salvar al mundo del mal recogiendo los cristales elementales. Igualmente, los personajes no tenían ninguna personalidad y no influían para nada en la historia, campo en el que Final Fantasy Innovaría de forma extraordinaria en su siguiente entrega. Tras acabar con el primer jefe, una ilustración de Yoshitaka Amano nos daba la bienvenida a la gran aventura que nos esperaba.
En primer lugar, Final Fantasy I destacó por su soberbio apartado gráfico. Hasta entonces, todos los RPGs estaban cortados por el mismo patrón que Dragon Quest, siendo los mapeados muy cuadrados y esquemáticos. Square cambió este factor ofreciendo unos diseños más redondeados, con curvas, como se podía observar, por ejemplo, en los bosques del mapa general, lo que dotaba al juego de una mayor elegancia gráfica. A su vez, la pantalla de combate fue revolucionaria. Hasta entonces, los juegos reflejaban las peleas en primera persona y sin gráficos de fondo. Únicamente aparecían los enemigos y los datos de los personajes que controlabas. Sin embargo, en Final Fantasy I se podían observar a los enemigos por un lado y a los protagonistas por otro, efectuando las acciones con animaciones(ya fueran ataques físicos o magias)que cambiaban según el arma, así como la indumentaria de los personajes según su profesión. Así mismo, existía un gráfico de fondo donde se observaba el escenario en donde se libraba la lucha. Por último, en los Dragon Quest, los personajes que acompañaban al protagonista le seguían en la pantalla de juego, lo que daba lugar a ralentizaciones y parpadeos. Sin embargo, en Final Fantasy I sólo aparecía un personaje, lo que hacía más dinámico y fluido el apartado gráfico.
En lo que respecta al sistema de juego, se podía entrar en un menú en pantalla aparte que mostraba tanto el estado de cada personaje como los objetos, pudiendo ordenarlos de forma sencilla, algo que no era posible en la gran mayoría de RPGs. La posibilidad de guardar la partida fuera de la ciudad, en campo abierto, fue así mismo una gran idea. En lo que respecta al sistema de combate, en primer lugar, desarrollaba más profundamente el sistema de trabajos que en el Dragon Quest. Según la profesión que se elegía, se disfrutaba de unas u otras habilidades(el guerrero disfrutaba de mayor ataque y defensa físicos, el mago negro utilizaba hechizos de ataque, el mago blanco hechizos de curación y defensa, el ladrón era rápido…), pero, además, podías especializarte en dichas profesiones, pasando, por ejemplo, de guerrero a caballero y de ladrón a ninja. Igualmente, algunos enemigos eran débiles a ciertos elementos, lo que a su vez ofrecía la posibilidad de adquirir armas y armaduras con diferentes características elementales, lo que hacía el combate más estratégico. Todo esto hacía diferente a Final Fantasy I del resto de RPGs. Los realistas y fantásticos diseños de Amano, la soberbia partitura de Uematsu y las numerosas referencias a la mitología terminaron de conformar el primer gran éxito de Square.
Sin embargo, y a pesar de todo, Dragon Quest III acabó llegando meses después, eclipsando el panorama y monopolizando la atención de los aficionados.

UNA MIRADA AL FUTURO
Tras el éxito mundial de Final Fantasy VII, hubo una corriente ansiosa de recuperar las entregas anteriores de la saga de Square. De esta manera, se realizó un remake conjunto de los dos primeros capítulos, actualizando los gráficos, recomponiendo la música y añadiendo jugosos extras, siendo denominado Dawn of Souls, apareciendo en primer lugar en la Wonderswan Color(sólo en Japón) y, posteriormente, en Game Boy Advance(a nivel mundial y traducido al castellano).
Hoy en día, la experiencia jugable de Final Fantasy I no pasa más que por la curiosidad de ver cómo empezó todo. La casi inexistente historia, simple excusa para la sucesión de mazmorras y ciudades; los personajes sin personalidad y el sistema de juego básico hacen de la primera entrega un juego difícil de enganchar para aquellos que se introdujeron a los RPGs a mediados de los noventa como pronto. Sin embargo, para los veteranos a los RPGs y los aficionados de la serie tiene ciertamente un toque mágico, sobre todo cuando reconocemos detalles que siguen presentes en las últimas entregas de la saga, ya sean referencias, armas, ataques, personajes, enemigos o canciones. Por eso, aunque sólo sea con actitud histórica, Final Fantasy I merece como mínimo echarle unas horas. Porque fue el primer paso al que debemos centenares de horas de magia, fantasía, aventuras, emoción y diversión.

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